"¿Quieres todavía?", repitió Manuel.
"Sí", contestó ella.
"Pero hablarás, prometeme que hablarás después de que lo hagamos".
"Hablaré", dijo ella. Le gustaba que le preguntaran así, que le dejaran las respuestas en bandeja, dispuestas, afirmativas y redondas como cañonazos. Y sabía que después hablaría, y que sería cruel. Ese pensamiento le daba fuerzas.
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