23 Mar 2011

Asi como quien no quiere la cosa

Quiero ir a ejercitarme, pero por una extraña razón no puedo levantar mis glúteos del asiento en el que me hallo postrada.
La cama está deshecha y evito por todos los medios pasar mi mirada por la nube blanca que crean las cobijas porque en cualquier momento el gato montés que llevo dentro se desata y me lanzo a lo desconocido.
Me estiro hacia atrás crujiendo cada parte de mi columna vertebral como si no tuviera poco la jodida (y es que jodida está), pero la mala vida le gusta, es mala pata y un poco masoquista.
Me asomo por la ventana y me veo reflejada en el espejo del cuarto de la casa de enfrente. Es curiosa esa sensación. Parece que estoy adentro y estoy violando la intimidad de mis jóvenes vecinos.
Me gustaría entrar en su casa y de una vez por todas saciar mi curiosidad por saber sus actividades de fin de semana. El muchacho es muy atractivo. Y confieso que su vestidor da a mi ventana.
Las 13y14 y me voy a preparar una bebida bien energética.
Y luego iré a ejercitarme.
Vecino ¿me acompañas?



2 comments:

h i l i a n d o said...

grande tú, sin duda.

Molly said...

siempre quise un vecino de esos!