Todos deberíamos llenar la casa de foquitos todo el año.
Y dormirnos a la 1 de la tarde y levantarnos a las 5 de la tarde y ver caer naranja el sol.
Y ver la luz caliente.
Y sentirla fría.
Con la casa llena de foquitos, claro.
Todos deberíamos sin duda.
Probablemente seríamos más felices.
O sin el más.
Felices a secas.
Así se llamarán mis mellizos, Felicia y Felix. Y cuando les pregunten por sus nombres ellos se mirarán y dirán, Felices a secas.
Y sonreirán como sin nada.
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