28 Nov 2010

Rincón

Hay días en los que sientes que te están observando.
Cierras la puerta, te sientas y lo sientes. Atenta y sutilmente te están observando.
Corres la cortina, te sientas y está ahí. Sigue ahí. No sabes dónde, pero te están observando.
Te metes debajo de la mesa, te sientas y sabes que no estas loca, que te analiza, que no has limitado su visión, que te mira. Sigiloso es. Delicado. Pasivo pero atento.
Lo sientes y lo peor, tienes la certeza de que ahora está sonriendo tierna y malevolamente desde su escondite al verte arrinconada debajo de esa mesa. Que te seguirá observando.

Y sí, que llegado este punto no sabes si es peor que no te puedas esconder más o que no lo puedas hacer ya menos.



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