11 May 2010

Arquímedes- Manuel Vicent


Hay algunos personajes que rompen el principio de Arquímedes: desalojan más de lo que pesan; experimentan un impulso hacia arriba muy superior al valor de su vida o a la densidad de su obra. Los conoces bien. Abres el periódico y sus nombres están allí, enchufas la televisión y sus rostros aparecen gesticulando siempre, conectas la radio y los oyes a cualquier hora de] día o de la noche dictaminando acerca de las cosas más dispares sin una idea original que te sorprenda. Sus juicios son requeridos en toda clase de temas y acontecimientos, ya se trate del amor o de la peste equina, de la guerra nuclear o de un simple descarrilamiento del tren de cercanías, y ellos nunca se detienen ante nada: lo mismo opinan con desparpajo de mecánica cuántica que salen friendo un par de huevos con delantal en un programa para amas de casa. Son vacíos y omnipresentes. Alguno de estos escritores, cineastas, intelectuales, artistas y políticos que acaparan la actualidad, despiertan mucha envidia, pero ninguna pasión; su figura, multiplicada en imágenes hasta la angustia, provoca chismes y comentarios aunque difícilmente levanta una polémica. Como cetáceos llenos de flato, se les ve chapotear en la superficie de la sociedad desplazando toneladas de fluido que no se corresponden con la entidad de su trabajo, y entonces uno, con cierta ira, piensa en otros seres de vida preservada que también rompen el principio de Arquímedes en sentido inverso: desalojan mucho menos de lo que pesan; se hallan instalados a una altura inferior a su talento o sumergidos en el anonimato, si bien podrían deslumbrarnos con su pensamiento. Para encontrarlos hay que ir a los centros de investigación, a las universidades de provincias, a los institutos de las pequeñas ciudades. Son profesores, poetas, científicos, artistas, escritores, que no salen en pantalla. No nos agreden con su estomagante presencia. Se limitan a trabajar con la elegancia que posee el silencio cuando éste es creativo. Por fortuna para ellos, usted no los conocerá nunca.


El Pais

11/11/1990


1 comment:

A.cid said...

Me encantó el texto del examen de selectividad! Cuánta razón tenía, y tiene.