Tengo ansiedad y tengo ganas de bailar. Dios mio no, es muy tarde. Es tarde, pero nunca es tarde para ponerse a bailar. Pero ya estoy en pijama. En pijama y bien dentro de la aún presente cobija nórdica plumas ave ganzo ikea y ya es primavera.
Creo que quiero que sea de día. Y ponerme a hacer cosas, pero en realidad no sé muy bien qué cosas querría ponerme a hacer. Quiero bailar salsa. Sí. Eso. Y tomarme un chupito. Empedarme, vamos. Pero no pega nada si fuera visionado, aunque sea vagamente, mi estado actual.
Quiero platicar. Quiero tener una de esas pláticas muy extensas y muy animadas en las que te ríes retorciéndote. Que son como en una cocina con luz muy blanca y artificial. A las 4am. Nada acogedor el lugar, pero la plática es tan amena y fluida que todo vale un pito pequeño, la verdad. Tu sólo te estas riendo. Riendo. Riendo. Y al final te cansas tanto que te produce la misma sensación de cuando has llorado intensamente y quedas agotado. Extenuado. Exhausto. Molido. Destrozado, incluso. Listo para meterte a la cama y alejarte dando brinquitos mentales hacia el más allá.
Me están empezando a dar ligeros espasmos dentro de mi ya mencionado Edredón Real. Esto ya no es tan divertido y apasionante como la platica que mencionaba hace unos instantes. No. La verdad que no. Que nada. Esto asusta un poco. Casi tanto como el brainstorm/asinceramiento personal e intimo que estoy a punto de publicar.
Dios.
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